30 de julio de 2007

Leyenda Medieval

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Saludos del Dardo

Leyenda Medieval

El deseo comienza en la mente. Es el deseo lo que nos mantiene con vida”.

Alberto Z.
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Cuenta una antigua leyenda medieval que en la amistad de dos niños, de la época del siglo XII, cada uno con vidas diferentes y situaciones distintas, surgió una gran reflexión sobre la Fé y el amor a una madre. ¿Quieren saber cómo sucedió? Entonces, escuchen con atención.
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-Padre-le susurró su hijo José-¿cómo era mi madre?

“¿Qué quieres oír? ¿Qué perdió la virginidad tras ser violada por un noble? ¿Qué es la mujer pública del Rey y sus soldados?” pesó el padre antes de contestar.

-Tu madre fue muy desgraciada.-contestó el padre.
-Pero ¿me quería?-preguntó José.
-No pudo hacerlo. Murió después de darte a luz.
-Yo sé que me quiere, esté donde esté-contestó José.
-Yo también te quiero.
-Pero vos no sois mi madre. Padre te he dicho que he conocido un amigo que tiene una madre a la que no ha visto nunca, que no sabe como es su rostro, pero que habla con ella sentado en una caja de madera a través de una ventana oscura, mientras ella le acaricia el pelo. Tampoco tiene apellidos porque sus padres no quieren que los utilice. Así que sólo sabe su nombre, Adrián y es muy simpático. Está todo el día riéndose porque dice que es el deseo de su madre, verle siempre feliz. Es afortunado ¿Sabes por qué? Porque al fin y al cabo tiene madre y yo no.
-No todos los niños la tienen…-le corrigió el padre.

En la mente del padre resonaba con sonsonete una frase ¡La madre de todos los cristianos…! Las mismas palabras que le dijo su padre cuando era sólo un niño.

-¿Decíais algo, padre?
-Sí…sí que tienes madre. Por supuesto que la tienes, hijo. Pues todos los niños que se quedan sin madre tienen a la Virgen María.
-Y ¿dónde está esa María?
-La Virgen María-le corrigió el padre-está en el cielo.

José se quedó mudo por unos instantes antes de seguir preguntando a su padre.

-Y ¿para qué quiero una madre que está en el cielo, sino me podrá dar mimos, ni podré jugar con ella, ni me besará…?
-Sí que lo hará.-El padre se quedó pensativo recordando las palabras que su padre le había dado cuando él le hacía de chico esas mismas preguntas-. Envía a los pájaros para que te acaricien. Cuando veas a un pájaro, mándale un mensaje a tu madre y verás como vuela hacia el cielo para entregarle el mensaje a la Virgen María; después se lo irán transmitiendo unos a otros y alguno de ellos vendrá a piar y a revolotear alegremente a tu alrededor.
-Pero, yo no entiendo a los pájaros, padre.
-Aprenderás a hacerlo.
-Pero ¿Ya jamás podré verla, no?
-Sí, sí que podrás verla hijo mío. La encontrarás en algunas iglesias y hasta puedes hablarla. Ella te hablará a través de los pájaros o por las noches mientras duermes, y te querrá y te amará siempre.
-¿Y está noche?-preguntó el niño-. Hoy no he hablado con ella.
-No te preocupes, yo lo he hecho por ti. Duérmete y lo verás.

Al día siguiente José fue al encuentro de Adrián, después de tomar el desayuno, para decirle que lo que su padre le había contado la noche anterior. Cuando se lo dijo comenzaron a buscar una iglesia cercana, pues José quería conocer de inmediato a su nueva madre, la Virgen María, llevaba toda su juventud sin hablar con ella. Corrieron por las calles del pueblo hasta dar con la Iglesia de los Remedios. No tenía el nombre de su madre, pero seguro que en su interior albergaba la figura de la Virgen María.

-José. Ven es por…-empezó a decir Adrián, pero calló de repente. Aquello era impresionante.
Delante de ellos se alzaba una iglesia grandiosa, fuerte, seria y resistente al tiempo. José corrió, al ver al párroco de la iglesia salir por la puerta de entrada, para preguntarle por su Virgen.

-Dónde está la Virgen María, padre.
-Allí dentro, hijo-le contesto el párroco, mientras le revoloteaba el pelo con una sonrisa-.En el centro de la misma. En un sitio digno de una Virgen como María.

¡Allí dentro! José se había olvidado del resto de palabras que componían la frase. Allí estaba su madre. De repente, un rumor los obligó a todos a levantar la vista hacia el cielo: una bandada de pájaros había emprendido el vuelo desde lo más alto de los andamios.
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Reflexión personal.

Existen muchas formas de creer en algo y de podernos comunicar con nuestros seres más queridos que desgraciadamente ya no están con nosotros. Y una de ellas es ésta que cuenta esta antigua leyenda, que ha sido llevada tanto a la gran pantalla como citada en tantos libros que versan de la época medieval. José desde entonces no dejó de hablar con su madre, no sólo en presencia de la Virgen María yendo a la iglesia todos los días y la tardes que podía, sino también en la forma que su padre le había enseñado: hablando con los pájaros y en sueños. Comprendió así que el deseo es lo que nos mueve y lo que nos hace estar más cerca de lo que queremos. No hace falta asistir a ningún centro religioso para sentirnos en armonía consigo mismo y para comunicarnos con nuestros seres más queridos, los cuales nos faltan. La Fe mueve montañas. Sí. Pero el deseo es lo que nos mantiene con vida. Pues en silencio, a oscuras, sentado en un parque, parado en la cima de un monte, a pie de playa, contemplando un amanecer, paseando de noche bajo el resplandor de la luna y el rocío, observando el horizonte desde tu ventana, tumbado en la cama de tu habitación o sentado en tu escritorio siempre vas a poder comunicarte con los que amas sin necesidad de ir a una iglesia para hacerlo. Tu deseo y tu voluntad estarán, siempre, por encima de la Fe...

Alberto Zambade
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25 de julio de 2007

El Galeón.

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Os dejo uno mis pequeños relatos, para ir abriendo boca, que está incluido en la recopilación que tengo prevista publicar en mi primer libro, "El Sentido de las Palabras".
Vayan sentándose y disfruten de uno de mis recuerdos...

Espero sus comentarios.

El Galeón


A orillas del Mediterráneo, en la terraza de un bar de playa, estábamos sentados mi abuela y yo. El mar acababa de picarse por el mal temporal y había dejado la arena cubierta de algas rojas muy amargas, pero las aguas ya se calmaron y en la mente de mi abuela sobrevolaban recuerdos de un buque explorador fondeando en un punto del horizonte, en busca de un Galeón bucanero que fue abatido y enviado al abismo desde tiempos muy remotos.

-Alberto-me dice mi abuela-, mira al mar y dime, ¿qué ves?

-No veo más que una niebla densa que me moja la cara.

Mi abuela me miró y seguidamente miró al mar. En aquel instante descubrí lo inesperado.

-Sí-dije sorprendido- veo un barco de madera, pirata, que navega refugiado entre la niebla. Abuela, ¿es un barco fantasma?

-Mira-me dijo-aquel Galeón bucanero alberga en su interior una cámara entre las cuadernas de la nave donde guardan los cofres, vajillas, arcabuces y una sirena color de rosa esculpida en el bauprés. Pues, en un camarote está aún la carabela del capitán coronada de lapas.

En aquel instante comencé a soñar con los ojos abiertos.

Con el tiempo todos mis juguetes se han roto, excepto los cuentos y las historias que me contaron en la niñez y que de una forma u otra me llevan siempre a “La isla del Tesoro”. Aún existen más de 4000 barcos que permanecen en el fondo del mar-trirremes, goletas, carabelas, galeones- que naufragaron a lo largo de la historia. Cada abismo contiene a sus propios héroes sumergidos, como nuestra imaginación alberga los deseos más remotos. Aquellos barcos son la razón sumergida y esta razón es la que extrae las imágenes simbólicas que elabora el cerebro en la oscuridad de los sueños y las convierte en sensaciones a pleno sol.

Mi abuela me contó aquel cuento de corsarios y en mi imaginación me sumergí en la figura soñada de un barco fantasma gobernado por unos piratas berberiscos que llegaron a esta playa para raptar a cuantas mujeres hermosas encontraban. Mi abuela afloraba del fondo de su memoria las historias que de pequeña la contaron, juguetes que le habían regalado en la infancia y que nunca se le rompieron. Ahora los sacó a la superficie y se los regaló a mi imaginación y estos relatos se grabaron en mi cerebro hasta alcanzar el límite de los sueños.
Cuando murió mi abuela su cuerpo descendió al abismo como una nave derrotada. Hoy al recordar los cuentos que me contó cuando era niño la salvé de las aguas, como el buque explorador que salva al Galeón bucanero que alberga en su interior cofres, vajillas, arcabuces, una sirena color de rosa esculpida en el bauprés y otros tesoros.

Autor: Alberto Zambade

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17 de julio de 2007

La leyenda de El tigre del Espejo (origen China)

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De nuevo os traigo otra leyenda china. Este es un poco más larga y con un sentido como siempre, para no quebrar la tradición. Disfrútenla y luego me comentan ¿Qué les ha parecido?...

La leyenda de El tigre del Espejo.

Una leyenda china cuenta que hace muchísimos años, el mundo de los espejos y el de los humanos estaban comunicados. Cualquiera podía entrar y salir de un espejo de pared, de un espejito de mano y hasta de los pequeñísimos fragmentos de un espejo roto.
La gente de los espejos se parecía bastante a la gente humana, aunque eran más pálidos y brillaban en las noches de luna. Los animales del mundo de los espejos tenían un pelaje cristalino, plumas transparentes y ojos de un color plateado que centelleaba bajo la luz. El gran tigre era el más hermoso de estos animales, con sus rayas negras como la noche y blancas como la luna. Sus dientes relucían como cuchillos de plata cuando se deslizaba silencioso a través de un espejo para caminar por los larguísimos pasillos del palacio del Emperador Amarillo.
La vida de los dos mundos había transcurrido sin problemas hasta la noche en que el Emperador, desvelado, observó desde su lecho imperial el paso del tigre frente a la puerta de su recámara. Inmediatamente quiso tenerlo cautivo en su zoológico imperial y llamó a sus imperiales guardias para que lo apresaran. Éstos se acercaron medio muertos de miedo y provistos de una enorme red. Se ubicaron temblando a ambos lados del final del pasillo y lanzaron la red sobre el majestuoso animal.
El rugido del tigre prisionero hizo temblar las paredes del palacio, rompió los vidrios de los ventanales y, atravesando los espejos, llegó hasta los oídos de la gente del otro lado. Entonces, se declaró la guerra.
La gente de los espejos se armó con lanzas de plata y espadas de cristal para rescatar al tigre. Los soldados del Emperador se armaron con mazas de bronce y escudos de hierro para prevenir el ataque. Durante días y noches, los dos ejércitos aguardaron, tensos y sin dormir, el momento de la batalla. Mientras tanto, el tigre recorría una y otra vez su estrecha celda mordiendo los barrotes.
Por fin, una noche sin luna, la gente de los espejos cruzó el cristal que los separaba y arremetió, pálida y fantasmal, contra los soldados del Emperador. La sangre de los humanos corrió roja como el coral y la sangre de sus rivales corrió plateada como el mercurio. Una y otra vez ganaron y perdieron sendas batallas, con una tristísima pérdida de vidas en los dos bandos. Sin embargo, la guerra no terminaba de definirse y el pueblo del Imperio Amarillo empezaba a hartarse de ver morir a sus hijos por un capricho de su gobernante. Temeroso de perder su poder, el Emperador Amarillo llamó a su palacio a un hechicero famoso.
—¿Cómo puedo ganar esta guerra sin perder a mi tigre? —preguntó.
—El secreto es el azogue, mi señor —respondió el hechicero—. El azogue es la base de los espejos y, si bañáis en él al ejército enemigo, volverán adonde les corresponde.

El Emperador encargó a los sabios y alquimistas que prepararan incontables recipientes repletos de azogue y simuló una retirada de su ejército. Cuando la gente del espejo invadió la plaza imperial creyendo haber ganado la guerra, desde lo alto de las murallas recibió un baño líquido y plateado que, poco a poco, los fue disolviendo y devolviéndolos a su mundo. En algunas horas, la gente del espejo quedó prisionera detrás de los espejos de pared, de los espejos de mano y hasta de los pequeñísimos fragmentos de un espejo roto.
Pero allí no se detuvo la venganza del Emperador, sino que los condenó a repetir para siempre los gestos de los humanos. Por eso, desde ese momento, los espejos copian nuestras caras y nuestros gestos.
Sin embargo, la historia también dice que un día los seres humanos del espejo se despertarán de este sueño mágico, y que el primero en despertarse será un nuevo tigre. Entonces, los espejos no nos devolverán nuestra imagen sino otra diferente. Cada vez más diferente y cada vez más parecida al resplandor del tigre liberado.

(Leyendas de China)


Alberto Zambade
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11 de julio de 2007

El valor de la verdad y la mentira

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Os dejo una nueva leyenda que versa sobre uno de los sacrificios más antiguos del viejo egipto y sus rituales ancestrales. El peso del corazón de una persona estaba muy valorado antiguamente puesto que con ello descubrían su valor y su pureza. Sé que os parecerá salvaje, pero seguro que a aquellas personas pocas mentiras les podríamos hacer pasar por verdad. Disfrútenla....
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Leyenda Egipcia. Pesar el corazón.

El Juicio final se celebraba en la Sala de las dos verdades. En ella, Anubis pesaba el corazón del difunto para comprobar el peso causado por los pecados cometidos. Si era más ligero que la pluma de la verdad (pluma de Maat), la persona vivía eternamente. Si no, arrojaban el corazón al monstruo Ammit, "Devorador de muertos".

(Leyendas de Egipto)

Alberto Zambade
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9 de julio de 2007

La leyenda del cielo y el infierno

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Sé que a muchos de ustedes nos les pillará de sorpresa las peculiares leyendas chinas y su contenido narrativo, pero por si me equivoco, me gustaría que la leyerais todos con mucha atención puesto que en ella se muestra la diferencia entre lo que ellos, la cultura china, creen que era el cielo y el infierno.
Cuando descubrí esta leyenda admito que me impresionó bastante. Es una leyenda muy antigua, quizás una de tantas leyendas que, al igual que otras, han ido sobreviviendo al paso del tiempo, corriendo de boca en boca. Todos sois conocedores de las maravillosas teorías filosóficas que se divulgan en China sobre el Universo y su creación. Dentro del marco de estudio de la filosofía , la filosofía China es la más antigua y se puede decir que de las primeras filosofías que se descubrieron en el mundo espiritual ( El Ying-Yang), siendo la base de la orientación del origen del mundo y sus civilizaciones. No os hago esperar más. Disfrútenla y luego la comentamos...

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La leyenda del cielo y el infierno

En aquel tiempo, dice una antigua leyenda china, un discípulo preguntó al Maestro.

-¿Cuál es la diferencia entre el cielo y el infierno?

El Maestro le respondió.
-Es muy pequeña, sin embargo tiene grandes consecuencias. Ven, te mostraré el infierno.

Entraron en una habitación donde un grupo de personas estaba sentado alrededor de un gran recipiente con arroz. Todos estaban hambrientos y desesperados. Cada uno tenía una cuchara tomada fijamente desde su extremo, que llegaba hasta la olla. Pero cada cuchara tenía un mango tan largo que no podían llevársela a la boca. La desesperación y el sufrimiento eran terribles.

-Ven- dijo el Maestro, después de un rato-, ahora te mostraré el cielo.

Entraron en otra habitación, idéntica a la primera; con la olla de arroz, el grupo de gente, las mismas cucharas largas pero, allí, todos estaban felices y alimentados.

-No comprendo- dijo el discípulo. ¿Por qué están tan felices aquí, mientras son desgraciados en la otra habitación, si todo es lo mismo?

El Maestro sonrió.
-Ah... ¿No te has dado cuenta? Como las cucharas tienen los mangos largos, no permitiéndoles llevar la comida a su propia boca, aquí han aprendido a alimentarse unos a otros.
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(Leyenda China)
Fuente Original: Leyenda China

Sin duda un claro ejemplo de que en todos los sitios existe la convivencia, salvo en el Infierno.

Alberto Zambade
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1 de julio de 2007

La leyenda del Encantandor de las Cumbres

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** Al igual que se asegura que muchos exploradores del Polo Norte quedaron sobrecogidos por lo que llegaron a entrever entre los jirones incandescentes de luz cromada de la Aurora Boreal, puerta de una nueva dimensión, frontera de un mundo imaginario, intersección de un insondable plano de existencia, de la misma manera, hemos encontrado en antiguos manuscritos reveladores testimonios sobre la ubicación de un nexo con el mundo mágico muy cerca de donde hoy transcribimos lo que sigue.**

Así comienza esta una nueva leyenda que os presento a continuación. Es una típica leyenda de las tierras de España, mi tierra. Precisamente de Aragón. Su autor el escritor y compañero Chema Gutiérrez. Disfrútenla...
La Leyenda del Encantandor de las Cumbres
Fue Atland un personaje misterioso, ser de otro mundo que en su apariencia humana adoptaba la humilde figura de un barbado anciano. Para los primitivos habitantes pirenáicos que habitaron su tiempo, Atland, loco o mago, arrastraba su mísera existencia hundido en una pequeña cabaña construida con sus manos, más parecidas a raices leñosas que humanas, a base de piedra sin cantera y troncos enteros de abeto. "El Viejo de las Cumbres", le llamaban, y en los poblados de las montañas, el Viejo se convertía en protagonista de historias y chismes inventados por los lugareños con el fin de entretener la mente y hacer más breves los rigores del crudo invierno. Fue Atland en la imaginación de las gentes un soldado renegado de las guerrillas combatientes contra los invasores del Imperio Romano, que para alcanzar la vergonzosa libertad hubo de segar el cuello al cabecilla del grupo y huyó a esconderse a las faldas del ya entonces llamado Monte Perdido, sobre el que también se decía que era tal su lejanía debido a un extraño encantamiento que le permitía, a la montaña, cambiar de lugar entre las demás cimas de la cordillera. Por supuesto, Atland se ganó entonces la fama de Encantador de las Montañas. Verdad o no, lo cierto es que Atland, personaje que también ha llegado hasta nosotros con el nombre de Asland, escondía más de lo que enseñaba.

EL PALACIO MAGICO DE MONTE PERDIDO

Atland tenía una misión sobre la tierra: los dioses, su familia, le habían encomendado la construcción mediante las artes mágicas, de un lugar maravilloso que sirviera de morada-puente entre los hijos de la tierra y los hijos del misterio. El venerable encantandor, el más sabio de entre los primeros pobladores de las brumas que cubrieron las montañas en su génesis, se puso a trabajar con todas sus fuerzas. Reunió todos los elementos conocidos. Para empezar, los primordiales: aire, fuego, tierra y agua. Después, los esenciales: humo, viento, roca y lluvia. Por último, los espirituales: palabra, lágrima, pétalo y música. Hilos de luz de sol y de luna le sirvieron para tejer el hechizo. Por fin, tras muchos siglos de empeño, el Palacio estuvo construido.Sobre las nubes que permanecen eternamente cubriendo la cima del Monte llamado Perdido, en uno de los macizos montañosos más antiguos del planeta Tierra, se alza desde entonces un maravilloso palacio que sólo algunos elegidos con el don de la Segunda Vista han podido contemplar. Ninguna boca humana ha podido pronunciar las palabras que lo describirían, ni ninguna mano de artista ha podido trazar siquiera un bosquejo de su magnificencia. Aquellos que de el fastuoso prodigio han tenido conocimiento, hablan de el brillo del cristal más puro, magníficos jardines cuyos dibujos atrevidos han sido trazados por un mágico compás; más cercanos a nuestros días, hay quien ha vuelto insistir tratando de encontrar una certera descripción, sin conseguir sino un reflejo como el que percibe en su mente el ciego que conoce un cuadro con sus dedos: Maravillosas torres, resplandecientes almenas, radiantes frontispicios y relucientes columnas. Pero este celestial lugar tenía un fin. Debía acoger entre sus paredes sin cemento un hogar, una acogedora morada para que floreciera el amor entre las dos especies de seres más queridas de la Creación. Atland previó lo que sucedería de dejar el acceso abierto a la curiosidad del descubridor humano, y estableció que sólo a lomos de caballos alados o dragones pudiera penetrarse en el recinto, guardado por pétreas fieras y bestias que cobraban vida según los deseos expresado por Atland por medio de un cetro de oro, tatuado de legendarias runas. La profecía estaba escrita. Se grabó en el frontispicio de un viejo dolmen, hoy desconocido y vergonzosamente cubierto por un vertedero de los humanos.

LA MUERTE DE ATLAND

Fue el mismo Encantador de las Cumbres quien talló con golpes de palabras mágicas el texto de la profecía en la roca del dolmen, pero al parecer, brotaron lágrimas de sus ojos mientras lo hacía, y por eso hoy el dolmen se deshace bajo toneladas de escombros y deshechos. Lloraba Atland porque a veces, conocer hace sufrir, y él escribía en una piedra su propio final. Apiadados los dioses de la pena que embargaba el corazón del viejo, fiel cumplidor de sus divinos deseos, ordenaron a las tres Moiras que entretejieran una cruel venganza con los mismos hilos de la muerte y del asesino de Atland, y así quedó escrito en el Tapiz del Destino.
(Leyenda de Aragón - España de origen Élfico)
Alberto Zambade
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