22 de diciembre de 2009

Navidad 2009. Carta a Papa Noel.

Queridos Lectores:

Vuelvo a iniciarme en el provecho de escribir por estas fechas tan entrañables y quisiera retomar mi descuido en las letras de un modo muy particular, del único modo que se hacerlo. Regalándoles un texto especial.

Quiero agradecerles su constancia y dedicación a mi blog, por las visitas y por la inquietud que año tras año les mueve a todos para leerme.

Todos necesitamos un lugar propio. Un sitio seguro desde el que asomarnos a esa niebla que nos invita a pescar dulces sueños…o tristes pesadillas. (Este) es el mío.

Y es que érase una vez un hombre que buscaba. Encontró la perfección en la combinación de las palabras y el silencio. Y por eso, siempre estaba acompañado de libros. No renegaba de sus rarezas, se complacía en ellas. Era un poco desastre pero autentico. Si, yo soy el. A veces duro, a veces tierno…siempre imperfecto.

Es un buen comienzo, reconocerse a un mismo a veces. Todos deberíamos hacerlo, de vez en cuando.

Quiero dejarles, mi carta, La Carta a Papa Noel, que he escrito este año, porque considero que tiene un buen mensaje para todos. Y dice así:

Querido Papa Noel:

Voy a ser muy breve y muy directo.

Quiero felicidad en el mundo.

Que quites la pobreza que aun existe.

Que hagas posible la paz.

Que desaparezcan las guerras.

Que seas justo con quien lo merece.

Y que desaparezca el hambre y que este se sustituya por una sonrisa.

Lo se. Son muchas cosas y muy difíciles, aunque no imposibles. Seguramente ya lleves muchos años intentando conseguir cumplir estos deseos, tan solicitados, ¿verdad? Paciencia grandullón, paciencia.

Como ves no quiero nada material, no quiero enriquecer al que ya se aprovecha de la festividad navideña para exaltar sus niveles económicos. No.

A mi, Papa Noel, ya me regalaste muchas cosas que van mas allá, desde lo material hasta lo sentimental, que es realmente lo que importa y enriquece a las personas.

Tu, en todos estos años que voy dejando atrás, me has regalado muchas cosas importantes, que me han hecho ser como soy. Un pájaro grande, con suaves alas amarillas, ¿Recuerdas? Sí que lo recuerdas, ¿sabes para que? Para subirme a él cuando era chico y viajar adonde quiera, raudo como el viento, cuantas veces lo deseaba. Me bastaba sólo con cerrar los ojos y pensar en él...que mágico ¿Verdad?

Luego, en otras ocasiones, me mandaste mi regalo por el correo del viento. Mariposas de verano y primavera, amarillas, anaranjadas, moteadas de negro, de turquesa, de guinda. ¡Si, parece que las veo nuevamente cuando pienso en ellas! Me imagino corriendo tras ellas por los baldíos, y por el descampado que hay junto a mi casa, rápidas, mientras el sol se puesta a rebanadas en un atardecer de una tarde cualquiera.

Aunque no me hayas dejado juguetes en algunas ocasiones, son mis predilectos mis recuerdos y mis sentimientos, los que me han ayudado a imaginarme un mundo mejor y tú me enseñaste, junto a mis padres, a valorarlos a cada día.

Me acuerdo del hilván de la lluvia cosiendo los charcos en las veredas rotas; el concierto de grillos tratando de hacer sonreír al calor cuando se enoja; la humilde enredadera de "dama de la noche" abriendo sus paraguas blancos cuando llega la primera sombra.

Ya sé, Papa Noel, que todo esto no te quita el hambre ni hace más grande tu escaso pedazo de pan. Ya sé que esto no tapa el agujero de tu zapato ni te calienta la espalda en el invierno.

Pero no quiero tampoco convencer a la sociedad de que el mundo no es un redondel gris que se transita con un poco de dolor y un poco de fatiga, sino una caja de sorpresas donde cada uno puede encontrar algo que inaugure una sonrisa, que encienda una esperanza, que alimente una emoción.

Ahora es navidad y me importa más un pedazo de comida unido a un poco de ilusion y felicidad, que un trozo de cielo recortado entre los edificios.

Pero has de saber que cada trozo de comida que no comes, que cada juguete que no tienes, te irán dando una fuerza de lucha que debes aprovechar en tu beneficio.

Hay que aprender la A, la O, la U. Hay que mirar en todas las direcciones para conocer bien a la gente, y también hay que mirar en dirección a uno mismo para conocerse y para amarse sin tenerse lástima.

Porque si te tienes lástima esperarás que otros hagan por ti lo que tú tienes que hacer por ti.

Hay que luchar. Sí, eso no me lo enseñaste tu, Papa Noel, eso me lo enseñaron mis padres y la vida.

Tu me enseñaste que mi primera misión de cada día debía ser SONREIR. Algo tan simple, ¿Verdad?

Sonreírle a tu sábana raída y al remiendo de tu pantalón y decirles "Estudiaré mucho, trabajaré mucho y entonces los relevaré por una sábana nueva y un pantalón sin remiendo, sin rechistar a mis padres, viejitos y cansados, me prestan sus servicios hasta el fin de sus días, como lo realizare yo con los míos, el día que me tome mis vacaciones eternas".

Mis padres también tienen mucho que ver en condición. Tu, Papa Noel, me enseñaste, al igual que mis padres a sonreírle a mamá, que a veces no se da cuenta de su pena o de tu alegría, porque está muy preocupada (los mayores siempre tienen que resolver serios problemas y eso los hace parecer un poco agrios en ocasiones).

Y a acordarme siempre de los grillos y las mariposas y de las ranas en los charco, muy graciosas en ocasiones. Acodarme siempre, también ahora que soy grande.

Un hombre que una vez al día remonta los ojos al cielo esperanzado, es un hombre que, además de llevar cuentas y números pegados en la frente y en los puños de la camisa, lleva mariposas colgando del corazón.

Quiero pedirte, Papa Noel, ser siempre uno de esos hombres.

Un hombre bueno, un hombre que ama.

Entonces..., podré pedirte un favor: SER TU AYUDANTE. Porque tu estarás muy viejo y cansado de tanto y tanto andar por el tiempo, y necesitas hombres buenos que te ayuden a repartir juguetes en los hospitales, en las casitas de pobres, en los asilos, en los centros de día, etc…qué alegría me darás, y cuántas, cuántas sonrisas felices encenderemos entonces... Si todos los habitantes de esta tierra pusiésemos un granito de ilusión en tu labor, con ayudantes como nosotros, ningún niño, ninguna familia se quedará sin su juguete y sin su comida.

Estoy seguro.

Por eso, ahora me refiero a todos los que me leen y me leerán en un futuro, si tu mamá llora este año (como lloró el año pasado) porque no encuentra tu juguete junto al zapato gastado, dale un beso, sonríela y dila:

-No llores, mamá... no creas que Papá Noel no me quiere. Al contrario, me ha regalado el baldío, las luciérnagas, los charcos con ranas, una orquesta de grillos, y además... me nombró su ayudante. Una demostración de que me quiere muchísimo. Y así, cuando yo sea grande, ninguna mamá tendrá que llorar porque su hijo se quedó sin juguetes en Nochebuena...

Gracias, Papá Noel, espero que cumplas con la obra que te encomiendo. Yo te ayudare en lo que pueda.

¡Feliz Navidad 2009!
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Autor: Alberto Zambade
Todos los derechos quedan reservados para el autor. Copyright 2009.