31 de marzo de 2014

Nadie, se fía de Nadie...por Alberto Zambade

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Saludos del Dardo
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Buenas lectores, os dejo este artículo, que podréis encontrar con más detalle, publicado en mi bitácora de La Comunidad de El País, que versa de la realidad actual en la que estamos inmersa y vivimos.

Disfrútenlo...

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Nadie, se fía de Nadie
 
Hemos perdido la moda de amar sin condiciones, de donarnos sin letra de cambio. A veces me da la sensación de que todo el mundo se mueve bajo sospecha. Nadie se fía de nadie. Todo lo enseñamos sin un mínimo de amor. Estudiamos el cuerpo humano sin alma. El lenguaje sin estilo. El habla sin docencia. La historia sin lenguaje. No se si la conciencia ha muerto en el ser humano, pero en las aulas tampoco se enseña humanísticamente. Cuestión que es preocupante. Por eso, a mi juicio, es tan importante que los científicos aviven la ciencia de la vida, los artistas cultiven la cultura del mestizaje y los filósofos unjan el culto a la estética de la ética. Mediante esa unificación inventiva, se me ocurre que, hay que aclamar otro futuro, que no está en la titulación académica obtenida, sino en el talento a convivir con el otro. Se buscan talentos con otro talante: el del amor de amar, amor.

Para seguir leyendo el artículo, pulsar el subrayado del título del texto...
Autor: Alberto Zambade Santiago

Etiqueta: Relatos Cortos y Opinión

Copyright 2014, todos los derechos reservados por el autor.

30 de marzo de 2014

Manual para padres primerizos... por Borja Vilaseca

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Hoy os dejo este artículo que ha sido redactado en El País Semanal, tan interesante para todas aquellas parejas que serán muy pronto, como yo, padres primerizos, escrito y redactado por Borja Vilaseca.

Y comienza así...
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Este artículo está escrito para quienes les gustaría ser padres (o madres) alguna vez en la vida. Para aquellas parejas que han tomado la decisión de tener un hijo. Para aquellas que están en pleno embarazo y en apenas unos meses verán nacer a su primer retoño. Y, por qué no, también para los padres y las madres que quieran recordar cómo les cambió la vida traer un bebé a este mundo. Para todos ellos, a continuación se describe la letra pequeña de la maternidad y la paternidad. Es decir, los puntos más delicados que cualquier pareja deberá afrontar al recibir a su primer vástago.
 
Nada más comunicar a nuestro entorno social y familiar que vamos a tener un hijo, empezamos a acumular recomendaciones –muchas de ellas, totalmente contradictorias– acerca de cómo deberíamos vivir este momento tan decisivo. Pero dado que cada bebé es único y cada pareja es diferente, digan lo que nos digan no quedará más remedio que aprender de la propia experiencia. Una cosa es lo que creemos que es la paternidad y otra, infinitamente distinta, lo que realmente implica ser padres. Es imposible saber de antemano lo mucho que la llegada de nuestro primer hijo va a cambiarnos la vida. Así que solo queda relajarse y esperar.
Los hijos no unen a las parejas ni las hacen más felices; más bien destapan las verdades que se ocultan debajo de la alfombra de nuestro hogar” León Tolstói
La pareja deberá pasar los días de cuarentena sexual. Una vez que la mujer se recupera del parto, hemos de dedicar tiempo y energía para mantener encendida la llama de la pasión. Y puesto que el bebé convierte a cada miembro de la pareja en papá y mamá este nuevo rol debe llevar a descubrir aspectos de nosotros mismos que desconocíamos.
Al trastocar nuestra rutina, en muchos casos el cansancio acumulado provoca que aflore nuestro lado oscuro, poniendo de manifiesto el tipo de persona que realmente somos. Cultivar la comunicación, la complicidad y la generosidad resulta esencial.
 
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Adentrarnos en la paternidad

 
Ilustración de João Fazenda
 
LIBRO: ‘Los padres perfectos no existen’
Isabelle Filliozat (Urano)
 
Un ensayo que invita a los padres primerizos a mirarse en el espejo para conocer zonas ciegas de su comportamiento, al tiempo que les invita a relajarse y disfrutar, viendo los errores como oportunidades de aprendizaje.
 
PELÍCULA: ‘Un feliz acontecimiento’
Rémi Bezançon
 
Relata con honestidad y sin florituras el cambio que experimenta una joven pareja durante el embarazo y el primer año de vida de su primer vástago.
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Por más que al principio cueste despegarse del bebé, es fundamental crear espacios de intimidad para estar a solas. Al menos una vez por semana podemos organizar una comida o una cena para dos, en la que –como hombre y mujer– cultivemos nuestra relación de amigos, amantes y compañeros de viaje. Lo cierto es que la llegada de un niño nos adentra en una rutina y una inercia que suele alejarnos de la pareja, creando una distancia emocional tan imperceptible como difícil de detener. Además, si cesa el amor entre los padres, los hijos lo acaban pagando. No es casualidad que durante los primeros tres años desde el nacimiento del primer hijo se produzcan cada vez más separaciones.
Los bebés son criaturas adorables. Pero dado que no pueden valerse por sí mismos, enseguida se apegan al afecto y la seguridad de papá y mamá. Además, dado que viven en modo supervivencia, son tremendamente egocéntricos y demandantes. Precisan el cien por cien de nuestra atención; no se conforman con menos. Si la mujer decide darle el pecho, el niño necesitará su presencia una media de seis horas diarias. También hay que limpiarle y cambiarle el pañal alrededor de siete veces por día, así como ponerle y quitarle la ropa, bañarlo, darle mimos, jugar con él y estar a su lado en todo momento para que no se sienta solo y no se haga daño.
Y no solo eso. La gran mayoría de ellos se despiertan un par de veces cada noche, utilizando su llanto como medio de comunicación. En general, lloran porque les duelen las encías cuando empiezan a salir los dientes, porque tienen fiebre o se sienten sucios. Algunos expertos recomiendan dejarlos desahogarse un rato, para que aprendan el hábito de conciliar el sueño por sí mismos. Otros proponen meterlos en la cama de los adultos, para que se sientan reconfortados por la calidez que les proporciona sentir a sus padres cerca. Sea cual sea la decisión, se debe evitar caer en la tiranía de los reproches y del “te toca a ti”. Es esencial armarse de paciencia y de generosidad para sacar fuerzas de donde sea y no pagar el mal humor con nuestra pareja.
Amar a nuestros hijos implica dejar de lado nuestros deseos para atender sus necesidades. Y hacerlo cada día durante muchos años”
Erich Fromm
En paralelo, hemos de reorganizar nuestras prioridades y aspiraciones vitales, adaptándonos a los horarios de nuestro retoño. Dado que alguien ha de estar 24 horas al día junto a la criatura, tarde o temprano hay que tomar decisiones: ¿podemos permitirnos que uno de los dos miembros de la pareja deje de trabajar? ¿Contamos con la ayuda diaria de los abuelos? ¿Contratamos a una canguro de forma fija? ¿Lo llevamos a la guardería?
En cuanto a los fines de semana, el principal hobby pasará a llamarse “ejercer de padres”. Nuestras aficiones quedarán en un segundo plano, pero siempre se pueden encontrar soluciones llegando a acuerdos. Buscar la complicidad en la pareja para intentar mantener algo de la vida personal de cada miembro resultará fundamental. Los malabarismos para conseguirlo están garantizados, pero merecerán la pena.
 
No vemos a nuestros hijos como son, sino como somos nosotros. En demasiadas ocasiones proyectamos sobre ellos nuestros miedos, carencias y frustraciones. Hoy día existe una tendencia generalizada a convertirse en padres perfectos, cayendo en las garras de la hiperexigencia y la sobreprotección. Sin embargo, es imposible evitar que los hijos entren en contacto con el dolor. Los bebés padecen todo tipo de enfermedades, experimentan diferentes niveles de fiebre, se caen al suelo, se dan golpes… Muchas veces lloran porque no entienden por qué les pasa lo que les pasa. Sin embargo, por más que se lean libros sobre paternidad, seguramente resultará inevitable caer en las visitas a urgencias a altas horas de la madrugada por haber convertido un granito de arena en un enorme castillo.
Ni se puede convertir en un drama volver a casa con la sensación de no saber nada de nada, ni se debe salir corriendo en busca del médico más cercano a la primera de cambio. El libro de instrucciones infantil aumenta de páginas, enseñanzas, consejos y trucos cada día de convivencia con nuestro hijo. Y debemos estar atentos para tomar buena nota mental de las cosas que hemos hecho bien y de las que han resultado equivocadas. Nuestro equilibrio personal y nuestro hijo nos lo agradecerán.
Para cuando un hombre se da cuenta de que quizá su padre tenía razón, ya tiene un hijo propio que piensa que su padre está equivocado”
Charles Wadsworth
Es curioso constatar cómo en la medida en que vamos ejerciendo el rol de padres, se manifiestan con fuerza rasgos, conductas y actitudes de nuestros propios progenitores. En algunos casos llegamos incluso a comportarnos del mismo modo que solíamos criticar en nuestros padres, estableciendo dinámicas con nuestra pareja que tanto juzgábamos y condenábamos cuando las veíamos desde nuestro papel de hijos. De ahí que se diga que “la sombra de papá y mamá es alargada”. O que “en la cama no dormimos dos, sino seis”, pues cada uno de los miembros de la pareja carga con el condicionante cultural y la herencia emocional de sus propios progenitores.
Como padres, el mejor regalo que le podemos ofrecer a nuestro hijo es compartir con él nuestro bienestar emocional. De ahí que antes de empezar a ocuparnos de él, hemos tenido que ocuparnos de nosotros mismos. Ejercer el rol de padres implica matricularse en un máster de amor incondicional. Puede que no haya notas, pero sí exámenes cada día. Para aprobar y superar los retos que nos plantea tener un niño hemos de comprender que lo importante es lo que sucede a través nuestro al servicio de nuestro hijo. Así, sus necesidades son nuestras prioridades. Y si bien esta afirmación es fácil de decir, da para toda una vida de aprendizaje.
 
¡Buen viaje!
 
Colaborador: Borja Vilaseca
Autor del Blog: Alberto Zambade
 
Etiqueta: El País Semanal. Opiniones.
 

La leyenda de la Perla del Dragón

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La leyenda de la Perla del Dragón...
 
Siempre me han gustado las leyendas de china, esta en particular engloba una historia preciosa que leí hace tiempo en el Blog: Sobre Leyendas
 
Su versión original la encontraréis en éste Blog y  hoy os traigo una versión personalizada, siguiendo mi línea a la hora de redactar leyendas, como en cada una de las que he escrito hasta ahora, dando mi toque personal en cada texto.
 
Espero que la disfruten mucho, mis lectores... viajemos a la antigua china...
 
Arrancamos el viaje amig@s...
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Hace muchísimos años, vivía un dragón en la isla de Borneo;  tenía su cueva en lo alto del monte Kinabalu.
 
Aquél era un dragón pacífico y no molestaba a los habitantes de la isla.Tenía una perla de enorme tamaño y todos los días jugaba  con ella: lanzaba la perla al aire y luego la recogía con la boca.  Aquella perla era tan hermosa, que muchos habían intentado robarla.Pero el dragón la guardaba con mucho cuidado;  por eso, nadie había podido conseguirlo.
 
El Emperador de la China decidió enviar a su hijo a la isla de Borneo; llamó al joven Príncipe y le dijo:
 
“Hijo mío, la perla del dragón debe formar parte del tesoro imperial. Estoy seguro de que encontrarás la forma de traérmela.”
 
Después de varias semanas de travesía, el Príncipe llegó a las costas de Borneo. A lo lejos se recortaba el monte Kinabalu, y en lo alto del monte el dragón jugaba con la perla. De pronto, el Príncipe comenzó a sonreír porque había trazado un plan. Llamó a sus hombres y les dijo:
 
“Necesito una linterna redonda de papel y una cometa que pueda sostenerme en el aire.”
 
Los hombres comenzaron a trabajar y pronto hicieron una linterna de papel.
 
Después de siete días de trabajo, hicieron una cometa muy hermosa, que podía resistir el peso de un hombre. Al anochecer, comenzó a soplar el viento.
El Príncipe montó en la cometa y se elevó por los aires. La noche era muy oscura cuando el Príncipe bajó de la cometa en lo alto del monte y se deslizó dentro de la cueva. El dragón dormía profundamente. Con todo cuidado, el Príncipe se apoderó de la perla, puso en su lugar la linterna de papel y escapó de la cueva. Entonces, montó en la cometa y encendió una luz. Cuando sus hombres vieron la señal, comenzaron a recoger la cuerda de la cometa.
Al cabo de algún tiempo, el Príncipe pisaba la cubierta de su barco.
 
 “¡Levad anclas!”, gritó.
 
El barco, aprovechando un viento suave, se hizo a la mar.
En cuanto salió el sol, el dragón fue a recoger la perla para jugar, como hacía todas las mañanas. Entonces, descubrió que le habían robado su perla. Comenzó a echar humo y fuego por la boca y se lanzó, monte abajo, en persecución de los ladrones.
Recorrió todo el monte, buscó la perla por todas partes, pero no pudo hallarla. Entonces, divisó un junco chino que navegaba rumbo a alta mar. El dragón saltó al agua y nadó velozmente hacia el barco.
 
“¡Ladrones! ¡Devolvedme mi perla!”, gritaba el dragón.
 
Los marineros estaban muy asustados y lanzaban gritos de miedo.
La voz del Príncipe se elevó por encima de todos los gritos:
 
“¡Cargad el cañón grande!”.
 
Poco después hicieron fuego. El dragón oyó el estampido del disparo; vio una nube de humo y una bala de cañón que iba hacia él. La bala redonda brillaba con las primeras luces de la mañana y el dragón pensó que le devolvían su perla. Por eso, abrió la boca y se tragó la bala.
 
Entonces, el dragón se hundió en el mar y nunca más volvió a aparecer. Desde aquel día, la perla del dragón fue la joya más preciada del tesoro imperial de la China
 
 
Leyendas de China
Autor: Alberto Zambade
 
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